Los principales analistas internacionales del cambio climático coinciden en afirmar que la llegada de Donald Trump a la Presidencia de los EEUU, representa, por su amenaza de retirar a los EEUU del Acuerdo de París y su abierta negación del cambio climático, una real “puesta a prueba” de dicho Acuerdo histórico.

Si en un plano jurídico el retiro de los EEUU del Acuerdo de Paris, adoptado durante la vigésima primera Conferencia de la Partes a la Convención Marco sobre el Cambio Climático - COP 21, en diciembre 2015 y firmado por el Presidente saliente Barack Obama es perfectamente viable, en el plano político y diplomático, sus efectos negativos deben poder ser controlados.

Cierto, el Acuerdo de París ofrece a los Estados Parte la posibilidad de retirarse del Acuerdo (artículo 28), pero sólo después de que hayan transcurrido tres años a partir de su entrada en vigor, ósea después del 4 de noviembre 2016. Además, dicho retiro surtirá efecto al cabo de un año desde la fecha en que el Estado Parte haya notificado su denuncia. Esto significa que Trump no podrá sustraer jurídicamente a los EEUU del Acuerdo de Paris antes de un plazo de cuatro años, es decir, no antes del mes de noviembre 2020, cuando ya esté por acabar su mandato presidencial.

De otro lado, durante la COP 22 realizada en noviembre último en Marruecos, no bien se conoció la elección de Trump, surgió la preocupación de encontrar nuevos países líderes en materia de clima. Las miradas se volcaron hacia China, por su peso mundial en las emisiones y hacia la Unión Europea, dado su rol histórico en las negociaciones.

Salvo decisiones radicales previas, la próxima conferencia del G20 prevista en Hamburgo el 7 y 8 de julio próximo será, sin duda, el escenario internacional y político en el cual Trump deberá marcar una posición clara respecto a la política americana en materia de clima y además el marco ideal para legitimar a los nuevos actores internacionales.

Pero, no hay que olvidar que la aplicación del Acuerdo de Paris depende principalmente de las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDCs) de cada Estado y de los compromisos y acciones tanto de parte de la sociedad civil, principalmente de las empresas y los gobiernos locales, como de parte de los organismos financieros. Es el caso de la iniciativa “Low Carbon USA” presentada en la COP 22 por 365 grandes empresas americanas, pidiendo al presidente electo Trump de mantener la dinámica lanzada por el Acuerdo de París y cumplir con el objetivo de un calentamiento global por debajo de los 2°C, convencidas que ello será fuente de empleo y de competitividad par los EEUU.

En este contexto, seguir negando el cambio climático y un posible retiro del Acuerdo, expondrían a los EEUU a un “name and shame” diplomático y político, que tal vez el Trump “very smart”, buscará finalmente de evitar.